CORAZÓN
Bruno Marcos
Se pasaron todo el rato diciendo por lo bajo que afuera había un corazón. Al final les pregunté de qué hablaban. Me llevaron a la ventana y me lo mostraron: una víscera rojiza justo en la cumbre del tejado de pizarra. Nadie podría imaginar que aquel desecho había dado pulso a un ser vivo pero algo en mí se rebeló, yo sabía que en todo eso debía haber algo malo. A bote pronto me salió decirles: “¿Sabéis que eso ha sido el corazón de un ser vivo? Aunque no fuera un hombre también merece respeto”.
“Era de un cordero –dijo uno-“.”Anda no digas eso –otro-“. “Igual –añadió una- me he comido uno”. “Lo trajo una profesora para abrirlo y estudiarlo –aclaró otra-“
Acto seguido mi mente recreó el gesto: El brazo de uno de ellos, cualquiera, coge el despojo y dibuja con él una curva en el aire hasta acertar en la cumbre, enfrente de la ventana.
La hora anterior les expliqué a otros que Sócrates equiparó el ser con el pensar, pienso luego existo, que si el hombre no filosofaba podía ser tenido como animal y que, incluso, se podría defender la pena de muerte porque el ser sin el pensar -el hombre que no filosofa- era como un animal y a un animal se le sacrifica sin más.
2 Comments:
viva el último dadaista y su martillo!
larsen, te copias a ti mismo, ve a pedir perdón a tu nuevo dios al que destruiste el blog (sin nombres eh...
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